¿Qué es la capacidad de denominación?
La Denominación es la capacidad que tenemos de referirnos a un objeto, persona, lugar, concepto o entidad por su nombre. Para denominar un objeto necesitamos “acudir” al almacén léxico de nuestro cerebro, encontrar la palabra concreta que estamos buscando y producirla. Esto se lleva a cabo en tres fases que dependen de tres sistemas distintos:
- Fase 1 (o del sistema semántico): Recuperamos la información conocida de aquello que queremos nombrar. Por ejemplo, si nos encontramos con un viejo compañero del instituto, al verle identificaremos de qué le conocemos: compañero del instituto, que estaba en la clase A y que solía moverse con ciertos compañeros.
- Fase 2 (o del sistema léxico fonológico): Recuperamos la palabra que mejor expresa el significado. En el ejemplo, “Antonio” sería el nombre del compañero en cuestión y, por tanto, la palabra más apropiada. Este sería en sí el proceso clave de la Denominación.
- Fase 3 (o del almacén de fonemas): Recuperamos cada uno de los fonemas que componen la palabra elegida. Siguiendo el ejemplo: “/a/, /n/, /t/, /o/, /n/, /i/, /o/”.
Estos tres sistemas son independientes y puede verse alterado uno sin afectar a los demás. De este modo, la capacidad de recuperar una palabra específica de nuestro léxico es independiente del conocimiento que tenemos acerca de aquello que queremos nombrar.
De este modo podemos querer recordar el nombre de este compañero nuestro, sabiendo qué relación tenemos con él, pudiendo describir su aspecto mentalmente o decir en qué año coincidisteis en clase, pero ser incapaces de recordar, en un momento dado, su nombre de pila. Esto es lo que se conoce como “Efecto de la punta de la lengua”, que puede darse sin trastorno ninguno. Además, este efecto está muy relacionado con el “Efecto de la hermanastra”, que consiste en que, cuando estás buscando una palabra en concreto, te vengan a la mente otra u otras, impidiéndote dar con la palabra que querías.
El almacén léxico es en realidad una serie de patrones de activación neuronal en los que están implicadas diversas partes del cerebro. Se va construyendo poco a poco, conforme identificamos objetos, los etiquetamos y lo incluimos en el almacén. Una vez hecho esto, podremos acudir al almacén léxico, tanto cuando veamos el objeto, como cuando no esté delante. A la hora de denominar una entidad, existen diferentes características que influyen en la facilidad con las que evocamos (o recuperamos el almacén léxico) el nombre deseado, como la familiaridad o la cantidad de experiencia que tenemos con el objeto, persona o concepto, o la frecuencia con la que estamos expuestos a dicha entidad.
Ejemplos de capacidad de denominación
- Le estás contando a un amigo que vas a ir al cumpleaños de otra persona, en el momento en el que dices de quién es el cumpleaños (“Es el cumpleaños de Pepe”), estás empleando la Denominación.
- Cuando en un examen te pregunta en qué ciudad está situada la Torre Eiffel, buscas el nombre en el almacén léxico y respondes por el nombre propio de la ciudad, denominándola (“La Torre Eiffel está en París”).
- En un crucigrama te preguntan por “Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien”, al ponerle nombre a ese sentimiento (“Compasión”), estamos denominando.
- Si un niño pequeño señala un perro y dice “guau”, está denominando al perro de una manera rudimentaria (por el sonido que hace), pues todavía está adquiriendo y desarrollando su capacidad de Denominación.
- Si los bomberos están intentando apagar un fuego en una casa y uno de ellos le dice a otro “Ve a cerrar la llave del gas que está en el sótano, tras la pintura verde”. El tiempo apremia y, si no fuese capaz de acceder a cada una de las palabras, probablemente no les daría tiempo a solucionar el problema. La denominación es una función que empleamos constantemente.
Trastornos o patologías asociadas a una capacidad de denominación deficiente
El trastorno por excelencia de la Denominación sería la afasia anómica o anomia. Este es un trastorno en el que sólo está afectada la capacidad de denominar, manteniendo intactos el resto de los componentes del lenguaje. La persona que padece anomia sufriría algo semejante a un constante "efecto de la punta de la lengua", con una gran cantidad de palabras (incluso las más comunes). Se habría perdido el camino o acceso a esa parte concreta del almacén, de modo que dar con la palabra que se está buscando resulta extremadamente complicado.
Las personas con anomia mantienen la comprensión del lenguaje, la producción (salvo los nombres que no encuentran), la repetición y el conocimiento acerca de las palabras que intentan evocar. Si otra persona le facilitase la palabra en cuestión, el paciente con anomia es capaz de reconocer que es la palabra que está buscando, pero es fácil que pierda de nuevo el acceso a esa palabra en cuanto deje de repetírsela para sí mismo. Además, es característico que las personas con anomia hablen con circunloquios (dan rodeos para evitar las palabras que son incapaces de recordar), empleen palabras generales (“una cosa” en lugar de “un candelabro”), palabras de relleno (“Sí, bueno, ya sabes”) y lo hagan con pausas (en las que estarían buscando las palabras más apropiadas).
Dependiendo de la localización de la lesión puede haber dificultades con los nombres propios (polo temporal), los sustantivos comunes (corteza temporal inferior), los verbos (área de Broca y circundantes) o en las distintas combinaciones de estas.
No obstante, hay otra serie de trastornos en los que la Denominación se ve afectada, aunque se altera junto a otras funciones. Se trata de patologías como la Enfermedad de Alzheimer, el Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) o la demencia semántica.
Aunque en la demencia semántica se dan problemas de Denominación, no se trata de lo mismo. Por tanto, no hay que confundir los problemas de Denominación con la demencia semántica. En este caso, lo que ocurre es que la persona pierde la información contenida en el almacén semántico, no el acceso al almacén. De este modo, la persona no es capaz de aportar información alguna (tal vez información muy general) acerca de la palabra que está intentando decir.
Además, en la dislexia o en el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), se pueden dar también problemas en la Denominación de palabras o en la velocidad en la que se lleva a cabo esta tarea.
¿Cómo medir y evaluar la capacidad de denominación?
La denominación resulta crítica para la comunicación y aprendizaje. Es clave en la eficiencia y en la comprensión del lenguaje. En cualquier situación en la que necesitemos referirnos a algo, vamos a emplear la denominación.
A través de una evaluación neuropsicológica completa se puede valorar de una manera eficaz y fiable un largo rango de funciones cognitivas, entre ellas, la capacidad de denominación. En concreto, para evaluar la capacidad de denominación, contamos con diferentes tareas, que permiten valorar con precisión la capacidad del usuario para denominar palabras. Las pruebas para evaluar esta habilidad cognitiva se han inspirado en las tareas del NEPSY, de Korkman, Kirk y Kemp (1998). Con estas tareas, además de la capacidad de denominación, también se mide la percepción visual, el tiempo de respuesta, la memoria contextual y la flexibilidad cognitiva.
- Test de Decodificación VIPER-NAM: Aparecen imágenes de objetos en la pantalla durante un periodo corto de tiempo y desaparece. Acto seguido aparecen cuatro letras, y sólo una corresponderá con la primera letra del nombre del objeto, siendo esa la letra objetivo. Hay que llevarlo a cabo tan rápido como sea posible.
- Test de Identificación COM-NAM: Aparecen objetos en la pantalla mediante imagen o sonido. Tras esto, hay que indicar si el objeto ha aparecido mediante imagen, mediante sonido o si, por el contrario, no ha aparecido.
- Test de Indagación REST-COM: Aparecen objetos durante poco tiempo. Después se debe seleccionar la palabra que corresponda con las imágenes presentadas, lo más rápidamente posible.
¿Cómo mejorar la capacidad de Denominación?
Todas las habilidades cognitivas, entre ellas la Denominación, pueden ser aprendidas, entrenadas y mejoradas. En CogniFit damos la posibilidad de hacerlo de manera profesional.
CogniFit ofrece una batería de ejercicios diseñados para la mejora de la Denominación y otras funciones cognitivas. La mejora de la Denominación se basa en la plasticidad cerebral. El cerebro y sus conexiones neuronales se pueden fortalecer mediante el uso de las funciones que dependen de éstos. De este modo, si entrenamos frecuentemente la Denominación, las bases neurales de esta función se verán fortalecidas, favoreciendo su eficiencia. Al favorecer las conexiones de las palabras con las que existen dificultades, será más fácil para el cerebro el acceder al almacén léxico para recuperar el nombre de la palabra que estamos buscando.
La creación del programa de estimulación cognitiva de CogniFit ha sido llevada a cabo por un completo equipo de profesionales especializados en el estudio de la plasticidad sináptica y procesos de neurogénesis. Este programa da comienzo por una precisa evaluación de la capacidad de Denominación y otras funciones cognitivas fundamentales. En base a los resultados de la evaluación, el programa de estimulación cognitiva de CogniFit ofrece de forma automatizada un entrenamiento cognitivo personalizado para fortalecer la capacidad de Denominación y otras funciones cognitivas que se consideren necesarias según la evaluación.
Para mejorar la capacidad de Denominación es necesario un entrenamiento adecuado y constante. CogniFit dispone de herramientas de evaluación y de estimulación para mejorar esta función cognitiva. Para una correcta estimulación son necesarios 15 minutos al día, dos o tres días a la semana.
Se puede acceder al programa de estimulación cognitiva de Cognifit mediante internet. Hay gran variedad de actividades interactivas, en forma de divertidos juegos mentales, que pueden realizarse mediante ordenador. Al finalizar cada sesión, CogniFit mostrará un detallado gráfico con el avance del estado cognitivo.
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