Juana de Ibarbourou en Durazno | Autor: desconocido | Licencia: dominio público
Juana Fernández Morales, quien se convertiría más tarde en Juana de Ibarbourou, nació en Melo, Cerro Largo, el 8 de marzo de 1892. Su madre, Valentina Morales, era descendiente de una antigua familia de origen español afincada en la zona desde finales del siglo XVIII y su padre, Vicente Fernández, un inmigrante gallego nacido en Lugo que, a pesar de saber apenas leer, le recitaba a Juana de pequeña los versos de los poetas de su tierra.
En 1908 apareció el primer poema de Juana en el periódico local El deber cívico, firmado con el seudónimo Fid. También escribió poemas y otros textos para distintas publicaciones periódicas: La defensa, El deber cívico y El nacionalista. Más tarde utilizó el seudónimo de Jeanette D’Ibar para registrar sus obras, hasta que lo sustituyó por Juana de Ibarbourou, asumiendo el apellido de su esposo.
En 1913 contrajo enlace civil con el capitán Lucas Ibarbourou y un año más tarde nació su único hijo, Julio César.
Seis años después, en 1919, se editó el primer libro de Juana, Las lenguas de diamante, prologado y elogiado por Manuel Gálvez:
“Este libro, tan sano, tan juvenil, tan moderno y a la vez de todos los tiempos, está realizado con un verdadero arte. El verso de Juana de Ibarbourou no siempre es perfecto, pero jamás carece de vigor, de exactitud, de soltura. […] Es la obra de eso algo tan escaso, sobre todo entre nosotros, y tan necesario y admirable en todas partes, que se llama poeta.” (1)
Más tarde la escritora enviaría una carta a Miguel de Unamuno solicitándole la lectura de esta obra y este le respondió:
“He leído, señora mía, primero con desconfianza y luego con grandísimo interés y agrado su libro “Lenguas de diamante” […] me ha sorprendido gratísimamente la castísima desnudez espiritual de las poesías de usted, tan frescas, tan ardorosas a la vez. Y al enviárselas, como me pide usted, a J.R. Giménez y a los Machado, se las recomiendo.” (2)
En 1920 se editó Cántaro fresco, integrado por treinta y cinco prosas líricas que recrean la vida doméstica, y en 1922 apareció Raíz salvaje, culminando así el primer ciclo creador de la autora.
El 10 de agosto de 1929 Juana de Ibarbourou fue proclamada Juana de América en una memorable ceremonia presidida por Zorrilla de San Martín, que se realizó en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. En dicha ocasión, Alfonso Reyes expresó:
“Juana en el Norte, Juana en el Sur, en el Este y en el Oeste: por todas partes fueron cayendo las palabras. Juana donde se dice poesía y Juana donde se dice mujer. Juana en todo sitio de América donde hacía falta un aliento. Juana en las fiestas de la razón y en el luto de los corazones… En estos pueblos de anhelo y brega, en estos pueblos nuestros sedientos ¡qué mejor piedad ni que misericordia más plena! Con cuanta justicia la aclamamos nuestra Juana de América.” (3)
Hacia el verano de 1938 se produjo el encuentro en Montevideo de las tres grandes figuras femeninas de la poesía latinoamericana del siglo XX: Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni y Gabriela Mistral, en una conferencia dictada durante los cursos de verano de la Universidad de la República. En este evento, la poeta chilena pronunció elogiosas palabras su par uruguaya:
“La Naturaleza, es decir Juana, no puede contar a vosotros, curiosísimos varones interrogadores, cómo se las arregla para soltar la luz sin ningún trabajo y cómo hace para que el agua de su poesía resulte a la vez eterna y niña. Son cosas my profundas, aunque parezcan tan inocentes, la Naturaleza, hija de Dios, y Juana, hija del Uruguay, y nadie tampoco acertaría con las índoles y los modos… de Juana de América […] Ahí está el agua cayendo llena de luz y de gozo, el agua sin par de Juana. Beber, callar mientras se bebe, y agradecer: esa es toda la política que nos corresponde a las mujeres y hombres en el caso de Juana de América.” (4)
Entre los diversos premios y reconocimientos que recibió la poeta uruguaya figuran la Orden del Cóndor de los Andes en Bolivia (1937), la Cruz del Comendador del Gran Premio Humanitario de Bélgica (1946), la Medalla de Oro del Ministerio de Instrucción Pública (1948), el nombramiento como Huésped de Honor de la Ciudad de México(1951), el premio “Mujer de las Américas”, conferido por la Unión de Mujeres Americanas de Nueva York (1953), el Premio de Poesía del Ministerio de Instrucción Pública (1954), el Gran Premio Nacional de Literatura (1959), la Orden de Quetzal en Guatemala (1960) y la Medalla de Oro Alfonsina Storni otorgada por el Consejo Nacional de Mujeres Argentinas.
Desde 1943, además, fue designada para ocupar un sillón en la Academia y en 1960 se conviertió en Académica de Honor de la Academia Nacional de Letras.
Juana de Ibarbourou falleció en Montevideo, en su casona del barrio Unión, el 15 de julio de 1979.
Cronología literaria:
Las lenguas de diamante (1919)
El cántaro fresco (1920)
Poesías escogidas (1920)
Raíz salvaje (1922)
Ejemplario (1927, libro de lectura)
La rosa de los vientos (1930)
Estampas de la Biblia (1934
Loores de Nuestra Señora (1934)
Antología poética
Chico Carlo (1944)
Los sueños de Natacha (1945)
Perdida (1950)
Azor (1953)
Obras completas (primera edición,1953, incluye los inéditos Dualismo” y Mensajes” del escriba)
Romances del destino (1955)
Oro y tormenta (1956)
Obras completas (segunda edición,1960)
La pasajera (1967)
Elegía (1967)
Obras completas (tercera edición,1968, incluye los inéditos “Ángeles Pintados”, “Mis amados recuerdos”, “Diludiums”)
Juan Soldado (1971)
Fuentes:
- De Ibarbourou, Juana, Puentes de Oyenard, Sylvia (comp.): Obras Escogidas. Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1998
(1) de Ibarbourou, Juana, Puentes de Oyenard, Sylvia (comp.): Obras Escogidas. Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1998, p 21
(2) Ídem, 23.
(3) Ídem, 29.
(4) Ídem, 37.