“El Gran Chaco es un vasto territorio de casi 1,5 millones de km² ubicado en el centro de nuestro continente. Limita con los Andes al este, la pampa al sur y la selva amazónica al oeste y al norte. Allí diez troncos lingüísticos y al menos cuarenta etnias diferentes, tienen una cultura común tal vez milenaria.
Tal vez fue una nación alguna vez. Luego, sus comunidades fueron atravesadas por la evangelización colonial, la creación de misiones jesuíticas y de otras órdenes, la hibridación con esclavos y libertos, y sin duda separadas por fronteras movibles por bandeirantes con el Tratado de Tordesillas y luego por las distintas independencias nacionales de Paraguay, Bolivia y Argentina. También vieron pasar y sufrieron las guerras de la Triple Alianza y del Chaco, que volvieron a cambiar sus territorios, imprimiendo nuevas transculturizaciones.
Pervive, sin embargo, en lo profundo de esos territorios, un sustrato cultural común, una identidad compartida con una creencia animista con una compleja interrelación entre el mundo de los vivos, el de los muertos y la tierra. Es un chamanismo activo de comunidades que irrumpe en fiestas patronales y rituales antiguos de respeto a la madre tierra y de convivencia armónica con los animales. Estos no son solo representan fuerza, coraje, astucia, o incluso utilidad alimenticia, compañerismo o temor, sino que son también mediadores con los poderes sobrenaturales de la naturaleza que nos alberga a todos.
Esta profunda identidad cultural del Gran Chaco se expresa en las máscaras de sus fiestas, que alimentan sus mitologías. Allí están en las “Kamba ra´anga”, en la muestras sarcástica de influencia negroide en las fiestas en honor a los santos patronos San Pedro y San Pablo; en los Guaicurú adornados en vestidos de plumas como promeseros en las fiestas patronales de San Francisco Solano; en la diversidad de máscaras de animales del Areté Guasú, la gran fiesta del tiempo grande en Mariscal Estigarribia, en las máscaras de Aña Ñande de los Chané de encuentro con los ancestros en Salta en el norte argentino; en los Yarituses, con su fiesta de animales rindiendo pleitesías y pidiendo promesas al Dios Piyo en San Javier en la Chiquitanía; en los Tobas, con sus danzas guerreras o en las de los Abuelos, que con sus bailes de San José y San Antonio en Chiquitos, nos muestran los varios rostros indígenas ante la adversidades de la vida.”
Claudio Rama
Los lunes la entrada al museo es gratuita.
25 de Mayo 279