El documento muestra la evolución de distintos indicadores vinculados con la infancia y la adolescencia afrodescendiente en Uruguay desde 2006, año en que la ascendencia étnico-racial empezó a ser relevada de forma sistemática por las principales encuestas del país.
Si bien en los últimos años la mayoría de los indicadores muestra una mejora, aún se perciben brechas entre los niños, niñas y adolescentes que tienen ascendencia afro y los que no. Esto pone de manifiesto que determinados grupos sociales continúan partiendo de peores condiciones y que el componente étnico-racial es un factor a considerar para combatir la desigualdad de forma efectiva.
En nuestro país, el porcentaje de niños y adolescentes afrodescendientes es mayor que el porcentaje de los afrodescendientes totales de la población. A su vez, los niños, niñas y adolescentes afrodescendientes —que representan 14,1 % del total de los niños del país— se concentran mayormente en el departamento de Montevideo, seguido por Artigas y Rivera, lo que refleja la importante concentración de este grupo en el norte del país.
Entre 2006 y 2018, los indicadores estudiados presentaron una evolución positiva: se redujeron las privaciones en términos de hacinamiento, condiciones estructurales de la vivienda, vida y salud, bienes de confort y educación. Según lo expresa el informe “los niños y adolescentes uruguayos viven hoy, en promedio en hogares con mejores condiciones materiales, mejor acceso al sistema de agua potable y saneamiento, menos hacinados y tienen mayor acceso a bienes de confort que en 2006. Además, las trayectorias educativas de las nuevas generaciones presentan menos carencias que las de cohortes anteriores” (UNICEF, 2020, p. 47).
No obstante, uno de cada cuatro niños afrodescendientes vive en situación de pobreza monetaria, tiene una probabilidad de ser pobre cinco veces mayor que la de un niño sin ascendencia afro y en indicadores de carácter estructural, como las condiciones de la vivienda o el acceso al saneamiento y a agua corriente, los niños afrodescendientes están privados casi dos veces más que los que no lo son.
A su vez, las tres brechas más persistentes en el tiempo tienen que ver con la situación laboral, la vivienda y la educación.
Situación laboral
En el marco del relevamiento, los responsables de hogares con niños afrodescendientes se encontraban desempleados y subempleados en mayor medida que sus pares no afro, al tiempo que en promedio tenían un mayor número de empleos. A la vez, la informalidad incide más en los hogares con niños afrodescendientes que en los demás hogares.
Vivienda
En promedio, las viviendas donde viven niños, niñas y adolescentes afrodescendientes están construidas con materiales de peor calidad, tienen peor acceso al saneamiento y al agua corriente y mayores grados de hacinamiento que las de sus pares no afrodescendientes.
De acuerdo con el índice de privaciones múltiples (IPM), un 14,2 % de los menores de 18 años no afro presenta una privación en el indicador estructural de vivienda para el período 2016-2018, mientras que para los afro la privación es de un 27,7 %, casi el doble.
Educación
La ascendencia afro está asociada también a peores trayectorias en educación media, con menores tasas de asistencia y mayores niveles de rezago que el resto de la población. En este sentido, el indicador construido considera que un niño, niña o adolescente tiene carencias en educación si su trayectoria educativa no se cumplió en tiempo y forma, es decir, si no asistía a un centro educativo en el momento de la encuesta o si se encontraba rezagado más de dos años curriculares.
Las carencias educativas fueron más frecuentes y profundas en edades mayores, sobre todo en adolescentes de entre 15 y 17 años, al tiempo que casi inexistentes hasta la culminación del ciclo escolar. En este sentido, los adolescentes afrodescendientes presentan menores tasas de asistencia y mayores niveles de rezago que sus pares no afrodescendientes.
En el caso del acceso al a universidad, para el trienio 2016-2018 el 6% de los adultos en hogares con niños afrodescendientes alcanzaban este nivel frente al 15,3% de los adultos en hogares con niños sin ascendencia afro.
Fuente: UNICEF