¿Cómo recordás tus inicios en la escritura?
Recuerdo el comienzo en tiempos lejanos, cuando era niña y me encantaba escribir por escribir. Copiaba en un cuaderno textos de revistas o poemas de un libro. Principalmente copiaba. Más adelante me regalaron un diario íntimo y ese fue el antes y el después. Así lo tengo hoy presente en la memoria, como un hito. Empecé a escribir en el diario lo que quería expresar, lo que sentía: pensamientos, ideas, poemas con rimas que eran muy malos, pero yo me sentía maravillada, más que nada porque fue un descubrimiento confirmar que podía hacer algo por mí misma. Fue un proceso muy vinculado a la autoconfianza en los inicios. Eran tiempos en que la necesitaba. Considero que mi primera obra fue Regreso a casa, no solo porque fue mi primera publicación real, sino por lo que significó para mí como proceso. Es un cuento que trata sobre la violencia que viví en la infancia y llevarlo a cabo fue uno de los grandes desafíos que he tenido por delante. Fue un proceso de creación intenso, cuestionador y de profundo aprendizaje.
¿Cuándo te diste cuenta, o decidiste, que la escritura era el camino al que querías dedicarte?
Cuando rondaba los 30 algo dentro de mí me pedía a gritos un cambio. Había trabajado durante años, desde muy joven, en la Universidad de la República, donde aprendí muchísimo, pero donde sentía que ya no podía crecer. No me refiero al dinero o a los cargos, me refiero al tipo de crecimiento que yo necesitaba entonces: el personal, el emocional, el afectivo, el espiritual. Entonces, decidí renunciar a la seguridad que me implicaba tener un salario y buenos beneficios laborales, para dedicarme por completo a los libros. Ahí comencé a escribir una nueva historia, que no abandoné a pesar de sus oscilaciones, que vivo hasta hoy, que me enriquece y no quiero que acabe.
¿Cómo te definís hoy profesionalmente?
Soy escritora, editora y correctora de estilo. Soy independiente, emprendedora, creadora. Creo en la tenacidad como fuente básica de crecimiento. No solo en el aspecto laboral, sino para todas las cuestiones de la vida. Así como creo que nada puede construirse si se basa en lo individual.
En el imaginario colectivo, la escritura en sí parece un proceso individual. ¿Cómo es tu experiencia?
La acción de escribir, propiamente, suele ser individual. Y digo “suele”, porque puede haber casos en que esto no es así, cuando se trata de escritura colectiva, por ejemplo. Los escritores solemos tener momentos de soledad e introspección, a veces muy necesarios en el proceso creativo, y eso puede dar la idea de que somos seres antisociales y huraños. Algunos lo somos, sin embargo, hay otros muy activos socialmente. Quiero decir, hay algo de mito en esto de ver a los escritores como unos ermitaños. Escribo sola y hago mi proceso, pero incluso cuando estoy en ese momento de soledad y entrega, estoy con otros: pensando desde un lugar social concreto de los personajes, recreando una escena verídica que me moviliza y me pone en contacto con los míos, contando realidades de terceros que tengo que conocer y que me implican investigación y contacto con los demás… en fin, lo colectivo siempre atraviesa lo que estamos haciendo, aunque la acción de escribir se realice en completa soledad. Ni hablar de que en las etapas posteriores a la escritura estamos muy bien acompañados y el texto inicial que creamos se enriquece con el aporte de editores y correctores.
¿Qué motiva el surgimiento de Escritoras en Red?
Escritoras en Red surge de la necesidad de un espacio para escritoras interesadas en producir contenidos de calidad referidos a la escritura, la literatura, los libros y la lectura. Detectar esa necesidad fue el disparador. Luego vinieron otros aspectos, como la importancia de organizarse para lograr que en la red estén presentes escritoras de varios países y no centrarse en un solo país. Yo creé el espacio, lo organizo y coordino, pero lo que vamos generando se enriquece con las contribuciones de todas las colaboradoras, no solo por lo que escriben y aportan desde la escritura, sino porque son parte real de un entretejido colaborativo cuando sugieren a otras autoras, sugieren ideas, se involucran con el proyecto y lo multiplican.
¿Qué es lo que disfrutás (y recomendás) leer en este verano? Para niños, jóvenes adultos o la familia en su conjunto.
Este verano me dediqué a Ida Vitale y su Poesía reunida, que es una hermosura de principio a fin; Botas de lluvia suecas, de Henning Mankell, superrecomendable; y La uruguaya, de Pedro Mairal. A los jóvenes les recomiendo la última novela del escritor uruguayo Fernando González, Lugar imposible, ganadora del Premio Bartolomé Hidalgo 2018. Y a los niños los invito a leer mi último libro, El secreto del paraguas rojo, ilustrado divinamente por la portuguesa Ana Seixas. Cualquiera de estos títulos va muy bien en un plan de verano.
¿Ya tenés planes para este 2019?
¡Nunca faltan! Estoy trabajando en un nuevo libro y armando valijas para dejarme llevar por los vientos de la literatura.