Retrato de Alexander Fleming | Autora: Ethel Léontine Gabain | Licencia: dominio público
Periodista: — Sir Alexander Fleming, hoy recibió el premio Nobel, ¿qué pensó en ese momento tan emotivo?
Sir Alexander Fleming:— Esta mañana durante la ceremonia de entrega de los Nobel, recordaba con nostalgia aquel 22 de setiembre de 1928: tras observar aquel fenómeno, aislé inmediatamente el hongo y lo identifiqué con el nombre de Penicilium notatum, una variedad que suele aparecer en el pan viejo. Comencé a experimentar con distintos cultivos y enseguida comprendí que en el moho existía algún compuesto que resultaba letal para los gérmenes, pero inofensivo para las células sanas. Decidí dar a aquella enigmática sustancia el nombre de penicilina, pero sólo pude llegar hasta ahí.
Lamentablemente, disponía de muy pocos recursos y mis conocimientos de química eran escasos; por eso no me fue posible aislar el antibiótico. Me limité a comunicar al mundo su existencia en un minucioso trabajo que publiqué en 1929, y que pasó prácticamente inadvertido. Casi nadie reparó en él, hasta que a los diez años de su publicación, justo cuando estalló la Guerra, dos hombres Florey y Chain, presentes hoy conmigo aquí en Estocolmo, decidieron prestarla la atención que merecía.
Periodista: — ¿Qué significa para usted recibir el Premio Nobel de Medicina junto a los eminentes Florey y Chain?
Sir Alexander Fleming: — Nunca mientras viva olvidaré el día de hoy, en Estocolmo. Esta mañana, Chain, Florey y yo hemos recibido de manos del rey Gustavo V de Suecia la medalla del Premio Nobel en una ceremonia impresionante, más aún que la del año pasado cuando el monarca de mi país, el Rey Jorge de Inglaterra, me otorgó la orden de “Caballero”.
Hoy en el estrado observaba de reojo a mis colegas, y aunque sus rostros no delataban emoción alguna, sospecho que estaban tan sobrecogidos como yo. Ignoro qué pasaba en esos instantes en sus mentes, pero con un poco de intuición, creo que podría adivinarlo.
En cuanto a mí, sólo pensaba que me encontraba en aquel salón, ante el soberano de Suecia, gracias a una muy afortunada casualidad.
Periodista: — ¿Qué recuerda de su vida antes de descubrir la penicilina ?
Sir Alexander Fleming: — Recuerdo los cinco años que trabajé como empleado en una compañía naviera. Fueron los cinco años más insulsos de mi existencia, y no quise resignarme a tanta monotonía, por eso me apliqué en los estudios; conseguí una beca y finalicé con notas muy brillantes la carrera de Medicina.
Observe a ese perro que se lame una herida en el costado; cuando observé este hecho años atrás supe apreciar como nunca el sabio instinto del animal.
Esto me transporta a 1922 cuando descubrí la lisozima, una proteína con propiedades antibacterianas, que se encuentra en la saliva y las lágrimas. No podía imaginar entonces el destino que me aguardaba.
Periodista: — Usted afirma que fue una casualidad el descubrimiento de la penicilina: ¿por qué?
Sir Alexander Fleming: — En mi primera publicación podría haber afirmado que había llegado a la conclusión, como resultado de un estudio serio de la literatura y el pensamiento profundo, y que me había puesto a investigar el problema. Eso habría sido falso; y preferí decir la verdad: que el descubrimiento de la penicilina fue casual.
Mi único mérito es que no me olvidé de la observación y que insistí en el tema como un bacteriólogo. Mi publicación en 1929 fue el punto de partida de la labor de otros que han desarrollado la penicilina, especialmente en el campo de la química.
Periodista: — Muchas gracias Sir Alexander Fleming.
Información de las fuentes:
El sueño de Arquímedes RNE
Today in Science History
Bografías y vidas