Hasta el comienzo del siglo XX los geólogos no tenían un método con el cual determinar la edad de un material. Se creyó que la edad de la Tierra sería a lo sumo de decenas de millones de años. Poco después del descubrimiento de la radiactividad -en 1896- los científicos se dieron cuenta de que el decaimiento radiactivo constituía un "reloj" capaz de medir el tiempo de los procesos geológicos. En 1907, el descubrimiento de que el plomo es el producto final del decaimiento del uranio proveyó la evidencia de que el tiempo geológico puede ser medido en miles de millones de años.El texto expone con brevedad, claridad y rigor, los fundamentos de la datación mediante radionucleidos de vida larga. Por su extensión y adecuación al nivel de los estudiantes resulta apropiado para abordar en clase esta aplicación fundamental de los conocimientos que la humanidad ha adquirido sobre el comportamiento de la materia a escala atómica.
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