Internet de las Cosas
En 1999, Kevin Ashton acuñó el término Internet de las Cosas (IoT), que él definía como una red que no sólo conecta a las personas, sino también a los objetos que las rodean. Aquello parecía ciencia ficción, apenas 22 años más tarde es una realidad. Para el 2025 se prevén 38.600 Millones de dispositivos en el mundo, conectados a plataformas de IoT.
El 9 de abril se celebra el Día Internacional del Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés), un fenómeno paradigmático que pareciera, a simple vista, tener más relación con la tecnología que con otro factores o aspectos de nuestra vida cotidiana.
“Todo conectado, todo conectable”, así versaba un slogan ya unos años sobre el IoT.
Sin entrar en aspectos técnicos, si es bueno recordar que para el IoT solemos decir que tiene 4 elementos claves: 1) Redes de comunicaciones, 2) Sensores en los dispositivos, 3) Aplicaciones y 4) Analítica de datos en la nube.
Debemos entender que el IoT cambia nuestra vida, como personas, como ciudadanos del mundo, en circunstancias tan personales como la vida doméstica, pero también profesional, laboral, cambia la ecuación respecto a la información accedida y compartida.
Hoy se intercambia en un año más información que toda la que se intercambió por la humanidad en los últimos 5.000 años, esto gracias a las telecomunicaciones y por supuesto a Internet, ahora imaginemos cómo esto cambiará con el IoT al alcanzar tasas de despliegue y uso, digamos, del 50% de los AEE (aparatos eléctricos y electrónicos) en una ciudad o comunidad.
El IoT aún no ha permeado nuestro entendimiento respecto al impacto y su alcance real, solemos trivializarlo casi jocosamente al sorprendernos por que ropa o una cafetera se conecta a Internet, pero ¿realmente comprendemos lo que significa que nuestros aparatos dialoguen, intercambien información, procesen la misma y mediante la inteligencia artificial pudieran tomar decisiones entre ellos mismos y prescindiendo de nosotros?
Hoy las redes de datos que utilizamos tienen un enorme desafío frente a cuestiones como la seguridad del IoT, resultan realidades muy diferentes atender la seguridad de una computadora o nuestro dispositivo celular, que la seguridad informática de nuestro reloj, la cafetera, nuestra heladera y hasta ese abrigo inteligente. Ya se han presentado casos respecto a dispositivos IoT donde se ha vulnerado su seguridad, ocasionando serios perjuicios para sus usuarios.
Pero aquí cabe otro escenario, el cual revela que el IoT permitirá enormes cantidades de información personal circulando entre dispositivos, pero también entre proveedores y fabricantes de esos dispositivos, ¿cuál debería ser el marco normativo que nos ampare?, ¿será suficiente la Ley 18.331 de Protección de Datos Personales?, seguramente los juristas especializados en derecho informático ya preparan sus tintas para adecuar las normas y generar otras.
El IoT permitirá efectivamente hablar de hogares inteligentes, ciudades y territorios inteligentes, nos permitirá llevar a niveles hoy inimaginables la educación y el Gobierno Digital. La industria de un país se verá afectada positivamente ya que el IoT resolverá más eficientemente la logística de productos tangibles e intangibles.
Pero debemos ser conscientes de que existe una brecha digital sumada a las sociales y económicas, al implementar el IoT no debemos dejar fuera estos temas pues el impacto de introducción tecnológica puede impactar positivamente en estos temas o negativamente de si no hace con los recaudos y estudios pertinentes.
El Global Digital Overview del DataReportal informa que mientras en su informe de 2018 el estudio señalaba un número de usuarios de Internet de 4.021 millones de personas, es decir, el 53% de la población mundial, el informe 2019 aseguraba que el mundo cuenta con 4.388 millones de internautas, una penetración del 57%. Por supuesto estas investigaciones tienen matices, pero todas coinciden en que aún hay mucho por hacer. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT/ITU) declara que 3.600 millones de personas todavía no están conectada a ninguna red de datos.
Nos esperan años desafiantes, de romper paradigmas y crear nuevos, nos espera una realidad como sociedades modernas, que aún no logramos imaginar y está bien que así sea. Como etiquetan los expertos de las mega tendencias mundiales, la realidad líquida no es otra cosa que el cambio constante.
El dinamismo del nuevo ciudadano digital moviéndose en un entorno donde la tecnología estará cada día más embebida en nuestro mundo, para desistir de llevar a la persona al mundo ficticio digital, como los mundos virtuales, para traer esa virtualidad al mundo real, donde el IoT jugará un papel importante junto a la inteligencia artificial, el aprendizaje profundo o la realidad aumentada.
Mauro D. Ríos.-