“Fue un proceso imparable. Como el tango, el futbol creció desde los suburbios... Lindo viaje había hecho el futbol: había sido organizado en los colegios y universidades inglesas, y en América del Sur alegraba la vida de gente que nunca había pisado una escuela.
En las canchas de Buenos Aires y de Montevideo, nacía un estilo. Una manera propia de jugar al futbol iba abriéndose paso, mientras una manera propia de bailar se afirmaba en los patios milongueros. Los bailarines dibujaban filigranas, floreándose en una sola baldosa, y los futbolistas inventaban su lenguaje en el minúsculo espacio donde la pelota no era pateada sino retenida y poseída, como si los pies fueran manos trenzando el cuero. Y en los pies de los primeros virtuosos criollos, nació el toque: la pelota tocada como si fuera guitarra, fuente de música.”
Eduardo Galeano(1)
La situación institucional del fútbol en nuestro país no era la ideal. Las profundas diferencias entre J. M. Sosa (presidente de Peñarol) y J. Batlle y Ordóñez formaban parte de un entorno poco propicio para el fútbol uruguayo. Una crisis en la integración de la Asociación, por la separación de Central y Peñarol de la misma e inexistencia de recursos económicos, pautaban la tónica del momento. El sitio web del Club Peñarol de Fútbol(2) no duda en calificar de “tramoya política” al proceso que culminó con su separación de la AUF, y que implicó que la mayoría de los integrantes del seleccionado pertenecieran a Nacional. “Pese al cisma, el seleccionado de la Asociación es campeón sudamericano de 1923. Atilio Narancio, delegado de Nacional, había prometido que si eran campeones concurrirían a las Olimpíadas de París. Uruguay no tenía afiliación olímpica y la Asociación no tenía fondos. Narancio hipoteca su casa. Numa Pesquera, Presidente de Nacional desde 1923, firma un cheque en blanco. Nacional aporta 6 jugadores: Andrés Mazzali, Santos Urdinarán, Alfredo Zibechi, Héctor Scarone, Ángel Romano y Pascual Somma."(3)
El lunes 26 de mayo de 1924 habían comenzado los Juegos Olímpicos para la selección uruguaya de fútbol, que derrotó a Yugoslavia por 7 goles a 0. Fue el comienzo de una serie de triunfos sucesivos (EEUU 3-0, Francia 5-1, Holanda 2-1) que culminó con la obtención del campeonato el 9 de junio, jornada en que “la celeste” venció en la final a Suiza por 3 goles a 0, frente a 60000 personas en el estadio Colombes. Aquel día, los jugadores dieron una vuelta a la cancha para saludar a los asistentes. Nacía la “vuelta olímpica”. Integraron la escuadra celeste J. Leandro Andrade, Pedro Arispe, Pedro Casella, Pedro Cea, Luis Chiappara, Pedro Etchegoyen, Alfredo Ghierra, Andrés Mazali, José Nasazzi, José Naya, Pedro Petrone (goleador del torneo con 7 conquistas), Angel Romano, Zoilo Saldombide, Héctor Scarone, Pascual Somma, Humberto Tomassina, Antonio Urdinarán, Santos Urdinarán, Fermín Uriarte, José Vidal, Alfredo Zibechi y Pedro Zignone bajo la dirección técnica de Ernesto Figoli.
Mario Benedetti recordaba así aquellos momentos:
“Fuimos campeones olímpicos de fútbol en los años veinte, en 1924 y en 1928, y en 1950 le ganamos a Brasil la final de la Copa del Mundo en el Maracaná. Gracias al fútbol nos conocieron en el mundo. ¡Cuando ganamos las Olimpíadas, en París, la gente no podía creer que un país tan chiquito, que casi no estaba en los mapas, saliera campeón! Cuando ganamos en 1924, me acuerdo que estábamos en Tacuarembó, y mi padre escuchaba una radio española con unos auriculares que no sé de dónde sacó.” (4)
(1) Galeano, E. (1999) El fútbol a sol y sombra. Ediciones Del Chanchito. Montevideo
(2) http://capenarol.com.uy/sitio/index.php?option=com_content&task=view&id=13&Itemid=40
(3) http://www.nacional.com.uy/mvdcms/uc_21_1.html
(4) http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/sociedad/3-73140.html