Nace Mario Bunge

En esta oportunidad Uruguay Educa hace un homenaje al físico y filósofo, a través de alguna de sus ideas epistemológicas, éticas y políticas expuestas en diversos artículos, conferencias y entrevistas.
Fotografía de Mario Bunge

Toda investigación científica presupone ciertos principios filosóficos

"¿Vale la pena intentar reaproximar los dos campos después de tantos fracasos y tantos conflictos? Creo que sí, aunque sólo sea porque toda investigación científica presupone ciertos principios filosóficos.(...)

Sin embargo, la filosofía de la ciencia, o epistemología, no es el único punto de contacto entre la filosofía y la ciencia. Todas las ramas de la filosofía se pueden encarar de manera científica. Esto no implica que el filósofo se ponga a hacer mediciones o experimentos. Sí implica que pone a prueba sus conjeturas y que, cuando trabaja un problema filosófico, se entera de los resultados científicos pertinentes.

Por ejemplo, si quiere tratar del problema del ser, debe comenzar por distinguir dos clases de existencia: la concreta (o material) y la abstracta (o ideal). Si quiere ocuparse de objetos ideales, tendrá que aprender el abecé de la lógica y de la matemática, que son las ciencias de los objetos abstractos. Si, en cambio, pretende filosofar sobre cosas concretas, tales como átomos, organismos o personas, tiene el deber de aprender el abecé de las ciencias que tratan de ellas.
(...)

Algo parecido ocurre con los problemas de los valores y de las normas morales. Es sabido que algunos juicios de valor son subjetivos, mientras que otros son objetivos. (...)
O sea, hay valores objetivos y por lo tanto justificables, además de los subjetivos, que son mera cuestión de gusto. Siendo así, es posible y deseable intentar fundamentar la axiología y la ética sobre la ciencia y la técnica, en lugar de sostener que los valores y las reglas morales son puramente emotivos, o convenciones sociales, o normas impuestas por el poder económico, político o eclesiástico. Por ejemplo, se puede argüir en favor de la retribución justa del trabajo, recurriendo no sólo a los sentimientos de compasión y solidaridad, sino también a las estadísticas que muestran que la longevidad y la productividad aumentan con el ingreso.(…)

Ya pasó el tiempo de la especulación filosófica desenfrenada. Llegó el tiempo de la imaginación filosófica alimentada y controlada por los motores intelectuales de la civilización moderna: la ciencia y la técnica.(...)" (1)

La investigación básica es el motor de la cultura intelectual y la madre de la técnica
"La investigación básica consiste en la búsqueda de la verdad independientemente de su posible uso práctico, el que acaso jamás llegue. Es la investigación que hacen los matemáticos, físicos, químicos, biólogos, científicos sociales y humanistas. Es sabido que la investigación básica alimenta a la técnica sin ser técnica, porque la técnica diseña medios para cambiar el mundo en lugar de estudiarlo. (…)

En efecto, nuestra cultura, a diferencia de las demás, se caracteriza por su dependencia de la investigación básica. Si ésta se detuviera, ya por falta de vocaciones, ya por falta de fondos, ora por censura ideológica, ora por decreto, nuestra civilización se estancaría, y pronto decaería hasta convertirse en barbarie. Baste recordar lo que sucedió con la ciencia básica bajo el fascismo, y con la biología, la psicología y las ciencias sociales bajo el estalinismo. (…)

Siempre hay que esperar para cosechar frutos, sean comestibles, sean conceptuales. Por ejemplo, Apolonio describió las secciones cónicas unos 200 años a.C., pero nadie las usó con provecho hasta que Galileo empleó la parábola para describir la trayectoria de las balas, y Kepler la elipse para describir las trayectorias planetarias.
Las investigaciones desinteresadas de Ampère y Faraday no rindieron frutos prácticos sino cuando Henry inventó el motor eléctrico. Las ecuaciones de Maxwell y las mediciones de Hertz sólo sirvieron para entender el electromagnetismo, hasta que Marconi las usó para inventar la radio. (...) Crick y Watson no previeron la emergencia de poderosas firmas biotécnicas pocas décadas después de anunciar la estructura del ADN. (...)

La historia de la ciencia y de la técnica sugieren algunas moralejas de interés para quienquiera que se interese en políticas culturales. He aquí tres de ellas.
Primera: Es deseable fomentar la ciencia básica, no sólo para enriquecer la cultura, sino también para nutrir la técnica, y con ella la economía y el gobierno.
Segunda: Puesto que el conocimiento humano es un sistema, en el que toda componente interactúa con otros constituyentes, es preciso fomentar todas las ramas de la cultural intelectual, así como promover la construcción de puentes entre ellas.

Tercera: La ciencia y la técnica no avanzan automáticamente, a despecho de las políticas culturales, sino que son muy sensibles a éstas. Por este motivo, hay que averiguar cuáles son sus estímulos y sus inhibidores. (...)" (2)

En los intersticios entre ciencias diferentes se encuentra la novedad

"Hoy día, la hiperconexión o la facilidad con que uno se conecta con los especialistas de la misma especialidad hace que uno se aísle de las demás especialidades -valga la redundancia-. Eso es lo que se ha llamado la "balcanización de la ciencia", algo que no es bueno. Es justamente en los intersticios entre ciencias diferentes donde se encuentran novedades. La división entre disciplinas es arbitraria. Por ejemplo, ¿quiénes se ocupan de la distribución de la riqueza? Los economistas dicen: "Eso es cuestión de los sociólogos". Los sociólogos dicen: "No. Puesto que se trata de riqueza, son los economistas los encargados". Entonces, nadie se ocupaba de eso, hasta que, finalmente, algunos socioeconomistas se dieron cuenta del problema y lo estudiaron. Ahora existe la socioeconomía como nueva interdisciplina, con su propia sociedad, su propio órgano. Lo mismo pasa con la psicología y la neurociencia. (…) Hay que fomentar la interdisciplinariedad. (...)" (3)

La información en sí misma no vale nada, hay que descifrarla

La información en sí misma no vale nada, hay que descifrarla. Hay que transformar las señales y los mensajes auditivos, visuales o como fueren, en ideas y procesos cerebrales, lo que supone entenderlos y evaluarlos. No basta poseer un cúmulo de información. Es preciso saber si las fuentes de información son puras o contaminadas, si la información como tal es fidedigna, nueva y original, pertinente o impertinente a nuestros intereses, si es verdadera o falsa, si suscita nuevas investigaciones o es tediosa y no sirve para nada, si es puramente conceptual o artística, si nos permite diseñar actos y ejecutarlos o si nos lo impide. Mientras no se sepa todo eso, la información no es conocimiento.

Y lo que importa es el conocimiento. No tiene interés, creo yo, insistir en la información. Hay que insistir más bien en la relación que ésta tiene con el conocimiento y el poder económico y político. Hay que averiguar quiénes son los dueños de las fuentes de información y de los medios de difusión. Si la información está distribuida equitativamente, puede beneficiar a todo el mundo. Si, en cambio, está concentrada en pocas manos, va a beneficiar primordialmente, sino exclusivamente, a los dueños de esas fábricas de información. (…)

En general, el problema principal del mundo contemporáneo -también lo fue del antiguo- es la concentración de la riqueza y de los bienes en pocas manos. La desigualdad, un problema de siempre, un problema que sólo se podría resolver tomando medidas económicas, culturales y políticas. Hay que distribuir el poder. Y esa mejor distribución debe abarcar, entre otros aspectos, a los medios de comunicación.(...) (4)

Lo que la enorme mayoría de la gente necesita ahora es saber cosas más básicas

"A mí me preocupan las cinco sextas partes de la humanidad que no tienen acceso a la técnica básica. Esa gente tiene que aprender a cavar, tiene que aprender elementos de carpintería, de mecánica, de electricidad, todas las cosas que se sabía hace uno o dos siglos. Hay que empezar por ahí. Mucho después, se plantearán las nuevas tecnologías. Lo que la enorme mayoría de la gente necesita ahora es saber cosas más básicas, por ejemplo, que en cada aldea debería haber letrinas públicas. En gran parte de los países del Tercer Mundo no hay letrinas, la gente defeca al aire libre y las amebas corren entonces por el aire, la gente se infecta con sólo respirar. En muchas partes, se cree que para beber agua hay que ir a un charco o a un pequeño arroyo, cuando ya están contaminados. Hay que enseñar a la gente que hay que cavar pozos y poner bombas, no bombas eléctricas porque no hay centrales eléctricas en esos lugares, sino manuales como las que había en Argentina hace cien o menos años. Molinos, hace falta multiplicar los molinos.


Se cree que cuando hay un avance técnico, las técnicas anteriores ya no sirven y eso no es cierto, las técnicas anteriores pueden seguir sirviendo. Allí donde hay una caída de agua, se puede instalar un pequeño motor eléctrico que sirva para iluminar la casa o incluso un villorio. No hay que desechar lo viejo porque sea viejo, lo viejo puede seguir siendo útil.

Hay experimentos muy interesantes en Bangladesh. En lugar de separar a mano el grano de la paja, se puede hacer con una pequeña máquina que se acopla a una bicicleta sin ruedas y que no tiene nada más que el engranaje. Hay un banco que presta dinero, cincuenta dólares a cada cual, para instalar esos aparatos. Se trata de una técnica bancaria interesante. Préstamos a pequeña escala, respaldados por la aldea. Se hace responsable de él, no solamente quien lo contrae sino toda la aldea. Si falla esa pequeña empresa familiar, se hace cargo de la deuda el resto. Entonces, todo el mundo está interesado en que tenga éxito.
Así, las técnicas no sólo son de ingeniería, sino también sociales. No abarcan únicamente la ingeniería, sino también la administración de empresas, el derecho, la educación, el trabajo social, muchos sectores de la sociedad. (...)"  (5)

Algunos datos biográficos

Nace en Buenos Aires en 1919. Ha sido catedrático de física teórica en varias Universidades argentinas y norteamericanas. En 1957 fue nombrado catedrático de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Desde 1966 ha profesado la misma disciplina en McGill University, de Montreal, Canadá. Ha sido profesor visitante en numerosas universidades americanas y europea. En 1982 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicaciones y Humanidades.

Ha publicado numerosas obras entre las que se encuentran: La edad del universo, 1955; Causalidad: El principio de causalidad en la ciencia moderna, 1961; La ciencia, su método y su filosofía, 1960; Ética y ciencia, 1960; Intuición y ciencia, 1965; La investigación científica, 1969; Filosofía de la física, 1978; Epistemología, 1980; El problema mente-cerebro, 1985; Racionalidad y realismo, 1985; Sociología de la ciencia, 1993; Mito o realidad, 2004; Una filosofía realista para el nuevo siglo, 2007. Además ha publicado innumerables artículos.

Notas:

1. Ciencia y filosofía: un matrimonio difícil
2. Discurso en su doctorado Honoris Causa por la Universidad de Salamanca
3. Lo importante es el conocimiento no la información
4. Discurso en su doctorado Honoris Causa por la Universidad de Salamanca
5. Lo importante es el conocimiento no la información

Bibliografía: